Las dos caras de Venezuela
Relatos y testimonios de las extremas reacciones que genera Hugo Chávez, a diez meses de las elecciones presidenciales
Las declaraciones explosivas y las polémicas decisiones del presidente venezolano, Hugo Chávez, constituyen un centro de atracción para la prensa internacional. Las palabras que provienen del ex militar no tardan en recorrer las redacciones de los países del continente y en despertar todo tipo de reacciones.
Pero, ¿qué se respira al caminar las calles de Caracas? ¿Cuál es la posición de los venezolanos respecto a su mandatario que enfrentará elecciones presidenciales este año?
El contraste de opiniones entre las zonas residenciales y el centro de la ciudad representa un verdadero abismo. Sólo 25 minutos de viaje en auto alcanzan para trasladarse de un mundo a otro.
"Pobre pueblo, estamos en manos de un loco que tiene el poder absoluto. Regala el petróleo a otros países y aquí nada", dispara una mujer que trabaja en el acomodado municipio de Chacao. La contracara de su postura aparece en su propia familia: "Mi hermana llora por Chávez, lo quiere más que a sus hijos", admite resignada.
Francisco León, un joven de 24 años que pasea por un centro comercial, advierte: "Es un gran orador, un encantador de serpientes que sabe despertar la fe de los pobres, pero nunca hizo nada, los chicos siguen en la calle."
Todo cambia al llegar a las calles céntricas y a los barrios humildes, donde se multiplican las expresiones en favor del hombre que sueña con fundar en Venezuela un "socialismo del siglo XXI" y que grita al mundo sus denuncias contra el capitalismo.
"El gobierno bolivariano avanza", anuncia una pintada en el centro caraqueño a pocas cuadras del custodiado Palacio Miraflores. Las personas lucen con orgullo remeras con el rostro del presidente y consignas revolucionarias.Los puestos callejeros están inundados de productos de Chávez y las voces que lo apoyan se hacen oír: "Es lo mejor que le pasó a Venezuela, hasta la vida daría por él", afirma Luis Pérez, un chofer de ómnibus que descansa en la Plaza Bolívar.
En un país al que le sobra petróleo pero también le sobran dificultades para contener la pobreza, los taxistas hablan de la inseguridad y del desempleo como la carta de presentación a su propia patria.
En tanto, la cultura alegre no parece opacarse por la constante tensión entre las opiniones extremas y nadie se molesta a la hora de contestar sobre su controvertido presidente.
Chavezmanía
El muñeco que viste y habla como Chávez también ejemplifica los contrastes. En sus dos versiones, con traje militar o de civil, basta con apretar un botón en la espalda para que diga tres veces: “Yo llegué aquí para hacer todo lo humanamente posible para ser útil al pueblo venezolano en su sueño, en su esperanza y en su empeño de ser libres e iguales."
En el centro comercial Sambil, el más grande de Caracas, los ciudadanos opositores se indignan al ver el juguete en exposición, mientras que los extranjeros pagan 60.000 bolívares (casi 30 dólares) para llevarlo como un simpático souvenir.
En ese mismo paseo de compras, una empleada de un local de cotillón deja claro que no vende disfraces del presidente: "Suficiente con el que tenemos de carne y hueso", asegura con una sonrisa.
El viaducto de la polémica
Los inconvenientes por el cierre del viaducto que conecta el aeropuerto internacional de Maiquetía con Caracas son innegables, pero tampoco este tema genera consensos.
La pregunta obligada al turista es cómo logró sobrevivir a la odisea de llegar por un camino alternativo que demanda varias horas de viaje. También aprovechan para manifestar su bronca por la falta de previsión del gobierno para evitar el colapso de la autopista, que desde hacía tiempo presentaba problemas de construcción.
Otros, lejos de indignarse, obtienen beneficios de la situación, como el caso de los motociclistas que ofrecen un traslado más rápido por 18 dólares.
A las urnas
Genera amores y odios, nunca indiferencia. Su modo de gobernar obliga a los ciudadanos a tomar partido.
En los últimos comicios legislativos se impuso cómodamente gracias a un nivel de abstención del 75% y sin la participación de los partidos opositores. La gran incógnita es si este polarizado país volverá a apostar por Chávez en la elección presidencial de diciembre.
Por Florencia Fernández Blanco
De la redacción de LA NACION.com
Desde Caracas
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