lunes, abril 10

La crisis de las viñetas estaba planificada.


En diciembre de 2005, tres meses después de la publicación de las viñetas, líderes de 57 países islámicos se reunieron en La Meca (Arabia Saudí) para coordinar su repulsa a lo que calificaron de ofensa a sus creencias, según informa The New York Times.

Hasta entonces, no había pasado nada. Las caricaturas de Mahoma, que han provocado una virulenta reacción en el mundo islámico y una grave crisis entre Occidente y el Islam, se publicaron el pasado mes de septiembre en el diario danés Jyllands-Posten.

Más allá de la queja formal expresada por la pequeña comunidad musulmana del país nórdico, el asunto nunca pareció que fuera a trascender la política nacional danesa.

En la agenda del sigiloso encuentro de La Meca figuraba, paradójicamente, el estudio de medidas para frenar el creciente extremismo religioso en la zona, pero en ningún caso el controvertido asunto de los dibujos del profeta.

En las charlas que se produjeron entre bambalinas, en cambio, la publicación de las caricaturas satíricas centró toda la atención.

Hasta el punto de que en el comunicado final del encuentro sí se plasmó la creciente preocupación de los países ofendidos por las representaciones que desde Europa se hacían de Mahoma.

La declaración expresaba “la preocupación por el incremento del odio hacia el islam y los musulmanes, y condenaba “la profanación de la imagen del sagrado profeta Mahoma en los medios de ciertos países”, que “usan la libertad de expresión como pretexto para difamar a las religiones”.

El encuentro de La Meca, una ciudad donde los no musulmanes están prohibidos, pasó desapercibido para la prensa occidental pese a la presencia en el mismo de líderes tan controvertidos como el presidente iraní Mahmoud Ahmadinejad, enfrentado con la comunidad internacional por su decisión de desarrollar un programa nuclear propio.

¿Cómo un asunto doméstico en Dinamarca pudo convertirse en una crisis sin precedentes entre el mundo musulmán y Europa?. Las claves para responder a este interrogante, según el diario neoyorquino, se pueden encontrar en esta reunión de la Conferencia Islámica y, sobre todo, en el papel que jugaron durante su desarrollo alguno de los líderes musulmanes, que convirtieron el asunto en una excusa más para ahondar en sus feroces críticas hacia Occidente.

De hecho, después de esta reunión la irritación en el mundo islámico por las caricaturas de Mahoma fue en vertiginoso aumento, con la complicidad de las autoridades de algunos países islámicos que prendieron el fuego entre sus ciudadanos. Así, países como Siria e Irán, conocidos por sus posiciones extremistas, emplearon los medios oficiales como potentes altavoces para denunciar con virulencia la publicación de los dibujos del profeta.

Los Gobiernos de Siria e Irán aprobaron las manifestaciones de protesta contra los países europeos cuyos medios publicaron las viñetas y que en muchos casos derivaron en actos violentos como la quema de banderas y embajadas.

En las últimas semanas, algunos gobiernos de países musulmanes han hecho llamamientos a la calma, preocupados por el incremento de la violencia y de las muertes durante las protestas contra Europa.

Pero la presión comenzó a palparse en octubre, al poco de que el Jyllands-Posten publicara los dibujos en nombre de la libertad de expresión, después de que el autor de un libro sobre Mahoma no hubiera podido encontrar ilustradores para su obra, por temor a represalias.

La comunidad islámica de Dinamarca, paquistaníes e iraníes mayoritariamente, calificó los dibujos como una "grave ofensa a sus creencias y a la figura de Mahoma".

Empezó entonces una campaña que incluyó reuniones con embajadores de los países árabes para transmitirles su indignación por las viñetas del profeta, cuya reproducción prohíbe expresamente el islam.

El Gobierno danés del primer ministro Anders Fogh Rasmussen siempre contestó con una negativa a los intentos de la comunidad musulmana de negociar una salida al asunto porque, argumentaba, el Jyllands Posten tiene el derecho a decidir sus contenidos. Este rechazo a cualquier vía de diálogo exacerbó los ánimos de los musulmanes que decidieron entonces internacionalizar el problema. De esta manera, los dirigentes religiosos organizaron viajes a países islámicos para contar los detalles de lo sucedido y reclamar solidaridad.

Viajaron a Egipto, Arabia Saudí, Qatar, Pakistán, Líbano, Bosnia y otros países, con gran cobertura por parte de los medios de información musulmanes. Luego llegó el turno de la Conferencia Islámica, que se involucró a fondo en el problema. "No fue un gran asunto hasta que la Conferencia Islámica se posicionó en contra", explica Muhammad el-Sayed Said, ex director del Centro Ahram de Estudios Políticos y Estratégicos en El Cairo.

Sari Hanafi, un profesor de la Universidad Americana de Beirut, añade que el estallido de la crisis vino de perlas a muchos gobiernos árabes que aprovecharon la ocasión para cuestionar la democracia occidental y reafirmarse en sus posiciones totalitarias.

La libertad que propugna Occidente deriva en un ataque al islam es, basicamente, el mensaje que han tratado de transmitir esos líderes a sus ciudadanos, según este experto.

Fuente: Minuto Digital

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